Los tres magos o "sabios de Oriente" siguen siendo figuras enigmáticas, y aunque su historia se ha enriquecido con una gran cantidad de leyendas y tradiciones posteriores, su origen y significado están profundamente enraizados en las primeras interacciones entre el judaísmo, el cristianismo y las antiguas religiones de Oriente, particularmente el zoroastrismo. La historia de los magos refleja no solo el deseo de reconocer al niño Jesús como una figura divina y real, sino también una conexión simbólica con la sabiduría universal, representada por los sabios que vienen de lejos para rendir homenaje al futuro Salvador.

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La respuesta parece remontarse a los orígenes del cristianismo, el judaísmo y el islam, en los siglos VI o VII a. C., o incluso hasta el año 1000 a. C.,.

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Los "sabios" o "magos" del Evangelio de Mateo, eran aparentemente sacerdotes del zoroastrismo, la religión oficial de Persia. No es de extrañar que aparezcan en el nacimiento de Cristo. Según diversas fuentes, los magos solían actuar durante acontecimientos extraordinarios en el mundo antiguo. En sus notas, se encontró a un grupo de personas de pie entre el humo y las ruinas tras el incendio del Templo de Artemisa en Éfeso (c. 356 a. C.). Estos magos afirmaron que la gran destrucción del Templo presagiaba el nacimiento de Alejandro Magno (inmaculado), quien por supuesto conquistaría el mundo conocido, sería declarado Dios y moriría a la edad de 33 años.

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También aparecían procesiones de magos en festividades organizadas por figuras cuestionables como Nerón. No siempre está claro si vienen a bendecir o condenar, a perdonar o condenar, y muchas veces se van sin explicar el propósito de su visita. Según el profeta Zoroastro, en Occidente se le consideraba el Mago Supremo, maestro de las artes místicas, y de la misma manera los magos eran reverenciados, respetados y en ocasiones despreciados por cobrar honorarios exorbitantes por habilidades arcanas.

 

Cabe destacar que cada uno de los regalos que los magos ofrecen tiene un fuerte simbolismo cristiano:

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• Oro: representa la realeza de Jesús, su dignidad como Rey.
   

• Incienso: simboliza la divinidad de Jesús, ya que el incienso era utilizado en la adoración divina.
   

• Mirra: se asocia con la humanidad de Jesús y su sacrificio futuro, ya que la mirra era usada en la preparación de cuerpos para el entierro, lo que prefigura la muerte y resurrección de Cristo.

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